Había una vez un taller
Se trata de poner en juego la palabra y la imagen. Escribir y dibujar.
El taller requiere de dos coordinadoras: una del área de plástica y otra que propone el motor de la escritura.
Antes de empezar a dibujar y escribir, damos una introducción al libro ilustrado y libro álbum: leemos ejemplos, comentamos y mostramos algunos libros. Vemos libros con más texto, con nada de texto, de ilustraciones cargadas o de ilustraciones muy sobrias.
Momento de lecturas compartidas que darán materiales, muchas ideas para el taller.
Luego ponemos manos a la obra a partir de una consigna creativa: “Vamos a imaginar que…” “O sacamos palabras de frascos y las asociamos” o “Qué pasaría si…?” o alguna consigna que nos venga en ganas ese día (puede ser temática, ocasional o a partir de lo que proponga el grupo) (Atención escuelas, instituciones recreativas o de trabajo con familias).
Puestas a trabajar a partir de este disparador, cada dupla irá armando su proyecto. El adulto puede tomar las riendas de la escritura y el niño será el que guíe la ilustración. Aunque esos roles son intercambiables (depende de lo que negocie cada dúo creativo).
Desde la coordinación iremos dando otras consignas –más o menos grupales – para que cada producción vaya tomando su propio camino. Ejemplo: agregar un diálogo, poner azul en la paleta, cambiar el punto de vista, incorporar un personaje secundario, etc.
Antes de finalizar cada encuentro, cada dupla cuenta su experiencia y muestra el trabajo al grupo.
A través del trabajo – un encuentro o muchos encuentros sucesivos – se irán armando las diferentes producciones que devendrán en libros (desde la coordinación nos ocupamos de dar el formato de libro a las producciones, para que cada dupla tenga su propio libro ilustrado o libro álbum). En esta etapa del trabajo miramos un poco la edición: contratapas, lomos, formatos.
Y luego, cada uno a su casa con su libro o con ganas de seguir trabajando y volver al taller.